Ahora estoy absolutamente enamorada de mi hijo y no concibo mi vida sin él, podría desaparecer el mundo (es un decir no mas) pero mientras lo tenga a mi lado, nada mas importa. Me encanta cuando me sigue por la casa y cuando me doy vuelta a mirarlo sale corriendo en sentido contrario, cuando me llama para darme un beso, cuando se acuesta en el suelo del patio para esconderse y cuando le paso por encima haciendo como que no lo veo, me grita "mamá, ahí tá" (la conjugación de verbos no es algo que conozca aun) ; cuando llora y me agacho a mirarlo, decirle que se calme y que me diga que pasa y deja de llorar y me mira como tratando de explicar; cuando lo voy a acostar y él me acomoda la almohada para que me acueste también y cuando lo hago se acuesta en mi pecho hasta dormirse, incluso me gusta cuando tengo que salir y él llora pq me voy (ya sé que eso es bastante egoísta pero no puedo evitar sentirme tan necesaria para él) y así para no aburrirlas, un montón de etcéteras.
Cuando quedé embarazada escribí que este blog no se transformaría en el blog de una madre babosa y desbordante de maternidad pero -lo siento- no puedo, ni quiero evitarlo.